MIME-Version: 1.0 Content-Type: multipart/related; boundary="----=_NextPart_01DA473A.D5DB5F50" Este documento es una página web de un solo archivo, también conocido como "archivo de almacenamiento web". Si está viendo este mensaje, su explorador o editor no admite archivos de almacenamiento web. Descargue un explorador que admita este tipo de archivos. ------=_NextPart_01DA473A.D5DB5F50 Content-Location: file:///C:/7628E1D1/ART4_nawi_vol8_num1.htm Content-Transfer-Encoding: quoted-printable Content-Type: text/html; charset="us-ascii"
Arte e ingeniería. =
span>Modelos de trabajo colaborativo en Argentina
Art and Engineering=
. Models
of collaborative work in
Argentina and the United States during the 1960s
Resumen=
El artículo analiza el papel sustancial desempeñado por las convergen=
cias
del arte y la ingeniería
durante la década del se=
senta
del pasado siglo, con el objetivo de <=
/span>examinar
los modelos de trabajo colaborativo e
interdisciplinario impulsados por distintas instituciones
de la época. Mediante una investigación
de tipo cualitativo, que compre=
ndió
el relevamiento y estudio de di=
versas
fuentes documentales, el escrito fundamenta
que las coyunturas socio- políticas
que incentivaron dichas confluencias <=
/span>disciplinarias, a partir del trabajo conjunto entre artistas, ingenieros y científicos, presentaron características disímiles. Para inquirir estas=
diferencias, el artículo foca=
liza
en dos casos de estudio:
Experiments
in Art and Technology (E.A.T.) en los Estados
Unidos, y el Centro de Arte y Comunicación (CAyC) Palabras en la Argentina.
Abstract
This
paper addresses the central role played by the convergence of art and engineering during the sixties
of the last century, with the aim of examining the models of collaborativ=
e and interdisciplinary work promoted by different institutions of the time. Through
qualitative research that comprised the study of various documentary sources, the
<=
![endif]>Keywords: Echnological arts; science; colla=
boration; interdisciplinarity; intermediality.
<=
span
lang=3DES style=3D'font-size:1.0pt;mso-bidi-font-size:8.5pt'>
Esta obra está bajo una licencia internacional Creative Commons
Atribución-NoComercial 4.0.
1 Este artículo reúne parte de los resultados de la investigación desarrollada en el Getty Research =
Institute (Los
Ángeles, Estados Unidos) entre noviembre y diciembre de 2022. Esta
investigación fue financiada a =
través de una beca postdoctoral otorg=
ada
por la Fundación Bunge <=
/span>y Born y el Centro Espigas (Buenos Aires,
Sumario. 1.
Introducción. 2. Experimentación interme=
dial
y prácticas híbridas. 2.1. Nuevos modelos de producción colectiva durante =
la
Guerra Fría. 2.2. Experimentos en Arte y Tecnología: arte,
ingeniería e industria. =
2.3.
Centro de Arte y Comunicación: prácticas artísticas,
tecnologías y entorno social. 2.4. En
la jungla de plotters: ¿colaboración disciplinaria o aprendizaje
Como citar: Adler,
J. (2024). Arte e ingeniería. Modelos de trabajo colaborativo en
Argentina y Estados Unidos dura=
nte la
década del sesenta. Ñawi. Art=
e,
Diseño, Comunicación, =
span>Vol.
8, Núm. 1, 59-80. https://nawi.espol.edu.ec/
Durante la década del sesenta, en el seno de una ecología de prácticas híbridas desarrolladas =
alrededor del mundo (Cateforis, Duval & Steiner,
2019, 2), el aspecto colaborativo de las obras convocadas por la exploración de herramientas<=
span
style=3D'letter-spacing:-.5pt'> y medios científico-tecnológico=
s adoptó configuraciones diversas. La consolidación de la cultura
de consumo de masas, la carrera espacial
y el trasfondo de la Guerra Fría delinearon un<=
span
style=3D'letter-spacing:-.45pt'> contexto
propicio para la construcción de distintos tipos de alianzas entre el arte, la ciencia y la tecnología. Muchas de las experimentaciones de la época redundaron en (CAVS), fundado por Gy=
örgy
Kepes en 1968 en el Massachusetts Institute
of =
Technology (MIT),
concebido como un espacio donde los artistas podían reunirse<=
span
style=3D'letter-spacing:-.25pt'> y
colaborar con científicos e ingenieros de la Universidad, de cara a producir obras que sondearan
los nuevos paradigmas de la física; la Computer ArtsAngeles County Museum
1&nb=
sp; =
Más =
span>adelante desplegaré en detalle la historia de E.A.T. y el modo en que convergieron estas
esferas en la propuesta de la organización.
2&nb=
sp; =
También
volveré sobre este caso de análisis en los próximos
apartados. Con respecto a la fecha de su fundación, cabe aclarar
que la institución derivó del Centro de Estudios de Arte y Comunicación (CEAC),
creado en 1968. No obstante,
Mariana Marchesi (2017) explica que desde sus inicios el nombre fue Centro de Arte y Comunicación, en lugar de Centro de Estudios de Arte y Comunicación como muchas veces ha sido señalado. Esta confusión habría sido originada a partir de la modificación de la sigla:
primero fue llamado
CEAC y luego se cambió por CAyC par=
a mantener
únicamente la
Carlos, = en México, donde elabor&o= acute; un proyecto de investigación empleando la computadora= como herramienta para la creación artís= tica (Vergara, 2002, 60)3= .
No=
obstante,
aunque el trabajo colaborativo e interdisciplinario constituyó una
constante en la práctica artística de la década del=
sesenta, argumentaré
que las
coyunturas políticas, social=
es y
económicas que motivaron
este cariz de lo experimental
presentaron características disímiles. Mientras que la Segunda
Guerra Mundial y la Guerra Fría, dos sucesos que suponen hit=
os de
inscripción en la era contemporánea (Giunta, 2014, 38),
determinaron un corte radical <=
/span>en el desarrollo
histórico en Europa y los Estados Unidos, otros fueron los acontecimientos que protagonizaron en la historia latinoamericana del siglo XX, como las sucesivas dictaduras militares, las preguntas por las relaciones de dependencia
económica con respecto
a los
países hegemónicos, y las
ideas en torno a los
modelos posibles y deseados de desarrollo cultural
en la región. A los fines de profundizar en las modalidades de colaboraci&=
oacute;n desplegadas en la década del sesenta, me detendré en el análisis de dos iniciativas contemporáneas <=
/span>desarrolladas en contextos geopolíticos considerablemente diferentes: E.A.T. en los Estados Unidos y el CAyC en Argentina.
2.1.
=
Nuevos modelos de producción colectiva durante la Guerra Fría
Si=
bien la historia de E.A.T. se remonta a la segunda mitad de los , ingeniero de los Laboratorios Bell, comenz&o=
acute; a brindar asistencia a una serie de artistas interesados en incorporar las
tecnologías en sus obras4. En estos trabajos exploraro=
n la implementación
de baterías, micrófonos de contacto, transmisores, cél=
ulas
fotoeléctricas y otros componentes que ampliaban los materiales
convencionalmente disponibles en el ámbito de las artes, a su vez que
ensayaban posibles inter=
secciones entre campos artísticos que no tendían a confluir, Klüver
A<=
/span> comienzos de 1966,<=
span
lang=3DES style=3D'letter-spacing:-.35pt'> la and Engineering.<=
/span> El programa de 9 Evenings<=
span
style=3D'letter-spacing:-.15pt'> combinó una clase particular de teatro, concebida como una
fusión multimedia de danza, música, cine y artes visuale=
s (McCray, 2020, 101). Inicialmente, el programa de performances sería presentado en el marco del Fylkingen A=
rts Festival, en Estocolmo. Sin embargo, las negociaciones no prosperaron y, a comienzos de 1966, el proyecto fue cancelado, motivo
que obligó al grupo organizador a encontrar una nueva locación. Finalmente, el evento tuvo lugar entre el 13 y el 23 de
3&nb=
sp; =
En paralelo a estas iniciativa=
s,
durante el mismo período fueron inauguradas una serie de exposiciones
que también atestiguan tecnológicas: Computergra=
fik (Stuttgart, 1965); Computer-Ge=
nerated Pictures (Nueva York, 1965);=
Experiencias Visuales
(Buenos Aires, 1967); Cybernetic
Serendipity (Londres, 1968); The
Machine as Seen=
span> at
the=
End of the Mechanical Age (Nueva
York, 1968); Event
4&nb=
sp; =
Dichas colaboraciones resultaron en piezas=
como Homage to New York (Jean Tinguely, 1960), Field Painting (Jasper Johns, 1964), At My Body´s House (Yvonne Rainer,
1964), Oracle (Robert
Rauschenberg, 1965), Variations V (John Cage & Merce Cunningham, 1965) y Silver Clouds (Andy Warhol, =
1966).
octubre de 1966 en el 69th Regiment Armory, en Nueva York, y estuvo integrado por diez performances
En Open Score, por ejemplo, con la colaboración de Jim McGee, Robert Rauschenberg ideó un juego de tenis cuyas
raquetas se encontraban intervenidas con transmisores FM y micrófono=
s de
contacto. Cada vez que los juga=
dores del partido –Frank Stella y Mimi Kanarek– <=
/span>golpeaban la pelota, las vibraciones eran transmitidas hacia los parlantes, sus sonidos se amplificaban en el espacio
y, progresivamente, al mismo ritmo de los pelotazos, las luces se iban apagando una a una hasta dejar=
el espacio
a oscuras. En ese momento el juego se daba por terminado. Acto seguido, quinientas personas entra=
ban a la cancha
para ser filmadas
con cámaras infrarrojas, y proyectadas por circuito cerrado en tres grandes
pantallas suspendidas del techo y
ubicadas frente al público.5 =
Otras obras, como Solo de Deborah Hay, incorporaron =
las
tecnologías en propuestas coreográficas. Larry Heilos estuvo a =
cargo
de la ingeniería eléctrica de ocho carros controlados por rad=
io
que funcionaban como plataformas sobre=
las cuales
se desplazaban los bailarines, mientras
realizaban diversos movimientos previamente co=
reografiados. Simultáneamente, ocho performers se encontraban sentados frente<=
span
style=3D'letter-spacing:-.3pt'> a las antenas
que transmitían la señal FM a los carros y, por lo tanto, tenían la tarea de manejar el sistem=
a de
radio control de la obra.
<=
![endif]>Si el sonido =
y la danza protagonizaron en las p=
iezas de
Rauschenberg <=
span
lang=3DES style=3D'letter-spacing:-.2pt'>y Hay, otra performance como la de=
Öyvind Fahlström, Kisses =
Sweeter <=
span
class=3DSpellE>than Wine, presentó una obra compleja
integrada por distintas partes articul=
adas sin continuidad narrativa
mediante la presencia
de actores, proyecciones, diapositivas y<=
span
style=3D'letter-spacing:-.5pt'> cintas
de audio. Trabajando en conjunto con Harold Hodges,<=
span
style=3D'letter-spacing:-.4pt'> el artista creó una pieza compuesta
por nueve partes diferentes, integradas por distintos
Uno de los proyectos
más ambiciosos presentados en 9 Evenings fue TEEM (T=
heatre
Electronic Environmental Modul=
ar), un sis=
tema de control remoto de las luces, el sonido, el video y otros efectos
como el movimiento de
5&nb=
sp; =
Robert Rauschenberg
proporcionó instrucciones precisas para realizar diferentes acciones,
aunque éstas no debían ser eje- cutadas en un orden específico: “tocá=
a alguien que no te est&e=
acute; tocando”, “toca dos partes de tu cuerp=
o donde tenga cosquillas (no te rías)”, “abraza rápidamente a alguien y despu=
és pasá a otra perso=
na”, “dibuja un rectángulo en el aire<=
/span> lo más alto que puedas”,
por amplificadores de potencia, células fotoeléctricas,<=
span
lang=3DES style=3D'color:#111111;letter-spacing:-.25pt'> relés y otros cientos de componentes, el módulo fue ideado como un sistema electró=
nico
producido especialmente para la escena. El objetivo de estimular las
colaboraciones entre el arte y la ingeniería perseguido por las 9 Evenings=
fue
visualmente plasmado Herb Schneider
(Bardiot, 2006, 45). De cara a proporcionar un terreno común que facilitara la comunicación entre artistas e ingenieros, Schneider produjo un esquema
para cada una de las performances donde
se indica la combinación de componentes de<=
span
style=3D'letter-spacing:-.4pt'> TEEM
que dicha obra emplearía. En efecto, el encuentro entre
metodologías de <=
span
style=3D'letter-spacing:-.2pt'>trabajo divergentes no siempre se dio de for=
ma
espontánea y pacífica. En un comunicado de prensa publicado p=
oco antes de la inauguración del evento, Billy
Kluver (1966b, s/p) escribía que los artistas
se habían visto obligados a mostrar
una inmensa paciencia ante la lentitud propia de la labor ingenieril, a su<=
span
style=3D'letter-spacing:-.1pt'> vez que los ingenieros habían=
tenido que manejar la imprecisi&oacu=
te;n
de los artistas quienes carecían de elementos y conocimientos para p=
oder llevar sus ideas a la práctic=
a. En
este sentido, los diagramas constituyeron una herramienta efectiva a la hor=
a de esclarecer las propuestas, crear
un lenguaje compartido por artistas e ingenieros y tender puentes
entre sus respectivos imaginarios.
En enero de 1966, cuando
comenzaba el trabajo colaborativo que unos meses después
sería finalmente plasmado en el programa
de las 9 Evenings, Klüver impartió una conferencia donde sostuvo que la experimentación con las tecnologías en el arte no resultaba simplemente in=
evitable, sino además necesaria. En ese sentido,
“primero, los artistas
tienen que crear con tecnología, porque la tecnología se estátornando
inseparable de nuestras
vidas (...) segundo,
los artistas deberían utilizar la tecnología, porque la tecnología necesita de los artistas” (Klüver, 1966c, 6). Más
adelante, agregaba que “el uso del ingeniero por parte de los artistas estimulará nuevas formas de ver a las tecnologías y de
afrontar la vida en el futuro” (Klüver,
1966c, 6). Simultáneamente, la incursión de la ingenier&iacut=
e;a
en el ámbito de=
las artes motivó desarrollos cie=
ntífico-tecnológicos, como el fósforo descubierto dur=
ante el proceso de trabajo implicado
en la performance de<=
span
style=3D'letter-spacing:-.5pt'> Robert
Whitman Two H=
oles of Water, hallazgo
que contribuyó con las investigaciones de la época en torno al láser infrarrojo. Los avances, firmado
por Jim McGee y Larry Heilos ba=
jo el título “Visual Display of Infrared
Laser Output on Thermographic Phosphor Screen” (McGee & Heilo=
s,
1967)
La
campaña de prensa de 9 Evenings fue exitosa. Alrededor de mil quinientas
personas acudieron cada noche, lo cual demostró el profundo interés=
y, sobre=
todo, =
la curiosidad incitada por las Voice, John Brockman
(1966, 9) ponderaba el modo en que
los artistas habían podido hacer uso de las tecnologías, los =
devenires
de la colaboración con los ingenieros y el modo en que el evento había sido recibido por parte de la audiencia. Sus apreciacione=
s no eran favorables: “Cualquiera sea la razón, lo que vimos noche tras noche fue una pobre artesanía teatral
y, por mucho que uno se resista,
un aire perpetuo
le quitó el entusiasmo a un público simpatizante q=
ue estaba
increíblemente p=
reparado para este proyecto” (Brockman,=
1966,
9).
Un= a de las conclusiones extraídas por Brockman era que la actitud= de veneración de Billy Klüver h= acia los artistas <= span lang=3DES>finalmente hab&iacut= e;a resultado en una colaboración = span>más ilusoria que real. En su opinión, el entretenimie= nto que un
evento de estas =
características podría =
haber ofrecido al
Po=
r otro
lado, Lippard argumentaba que varias
performances habían quedado tomadas por un teatro de efectos<=
span
lang=3DES style=3D'letter-spacing:2.0pt'> que, más que dislocar la experiencia del público, terminaba distrayendo su=
atención. El aspecto efectista de las tecnologías habría adquirido demasiado protagonismo, circunstancia que, según Lippard (1967, 39), desembocaba en un collage de efectos indeseados similar a un “pastiche” de circuitos cerrados de televisión, proyecciones, acciones físicas, etcétera. Una de las críticas más dur=
as desde
el punto de vista técnico posiblemente h=
aya sido la de Clive Barnes,
“Dance or Something<=
/span>
at the Armory”=
;,
publicada en The New York Times dos días después de la inauguración del evento. En las primeras líneas del artículo, su autor
escribe: “Si los ingenieros y
tecnólogos americanos que participaron en las performances fueron t&iacut=
e;picos de su profesión, los rusos seguramente serán l=
os primeros
en la Luna” (Barnes, 19=
66,
33). Como respuesta a algunas de estas críticas, Billy Klüver sostuvo que si bien el Armory
había planteado algunos
desafíos dadas las dificultades acústicas del lugar, y reconoció que las primeras
dos noches no habían sido las mejores,
nada de ello había sido causado por problemas técnicos: “la mita=
d de las performances fueron realizadas de forma exitosa y la otra mitad
experimentó algunos errores que de ninguna forma fueron catastróficos como el Barnes
y otros críticos señalaron” (Klüver, =
span>1966a, 8). Klüver atribuyó la incorrección de las apreciaciones
de Barnes y otros al profundo desconocimiento ingenier=
il por
parte de los críticos, pero además aclaró que el hecho de que los artistas
descubrieran a la tecnología como nuevo material para la creaci&oacu=
te;n
artística no suponía que de este encuentro
devendría naturalmente un arte nuevo. Las 9 Evenings constituían un pr=
imer
paso para poner a prueba metodologías de trabajo escasamente exploradas. El evento no solo propició un modelo de organización y producción novedoso
mediante el impulso
de colaboraciones fluidas
entre artistas e ingenieros, sino que además alentó=
un
cambio radical en los modos de concebir los límites disciplinarios y la práctica de la performance (Ku=
o,
2013, 270).
2.2.
Experimentos en=
Arte y Tecnología: arte, ingeniería<=
/span>
e industria
<=
![endif]>Una vez concluidas las 9 =
Evenings, Billy Klüver<=
/span>,
Robert Rauschenberg, Robert Whitman y Fred Waldhauer=
span> decidieron fundar Experiments in Art and Technology (E.A.T.)
como una organización sin fines de lucro destinada
a tender puentes entre la práctica artística, la cienc=
ia,
la ingeniería y la industria. El objetivo planteado por la iniciativa consistía en que artistas, científicos e ingenieros pudieran
desarrollar proyectos
Los mundos <=
span
lang=3DES style=3D'font-size:7.5pt;mso-bidi-font-size:11.0pt;line-height:10=
3%;
letter-spacing:-.1pt'>del <=
span
lang=3DES style=3D'font-size:7.5pt;mso-bidi-font-size:11.0pt;line-height:10=
3%;
letter-spacing:-.1pt'>artista <=
span
lang=3DES style=3D'font-size:7.5pt;mso-bidi-font-size:11.0pt;line-height:10=
3%;
letter-spacing:-.1pt'>y el inge=
niero son demasiado diferentes para que una relación de =
span>trabajo <=
span
lang=3DES style=3D'font-size:7.5pt;mso-bidi-font-size:11.0pt;line-height:10=
3%;
letter-spacing:-.1pt'>pueda <=
span
lang=3DES style=3D'font-size:7.5pt;mso-bidi-font-size:11.0pt;line-height:10=
3%;
letter-spacing:-.1pt'>ser <=
span
lang=3DES style=3D'font-size:7.5pt;mso-bidi-font-size:11.0pt;line-height:10=
3%;
letter-spacing:-.1pt'>establecida <=
span
lang=3DES style=3D'font-size:7.5pt;mso-bidi-font-size:11.0pt;line-height:10=
3%;
letter-spacing:-.1pt'>por el simple
deseo del artista
de entrar en contacto. También pensamos que
La
cantidad de artistas e ingenieros asociados a E.A.T. fue creciendo de forma
considerable durante los primeros tiempos. A mediados de 1967, <=
span
lang=3DES style=3D'letter-spacing:-.1pt'>treinta y cinco <=
span
lang=3DES style=3D'letter-spacing:-.1pt'>artistas fueron conectados con veinte=
ingenieros mientras que, hacia <=
span
lang=3DES>fines del mismo año, el número total de matchings ascendió a sesenta. Para ese entonces,
la organización<=
span
style=3D'letter-spacing:-.5pt'> estaba integrada
por unos cuatrocientos artistas y setenta y cinco ingenieros. Sólo un año más tarde, las correspondencias entre artistas e ingenieros fueron
ciento veintinueve. En mayo de 1969, ya se registraban alrededor de cuarenta
matchin=
gs por mes (E.A.T., 1969).
A<=
/span> la misión de E.A.T. de conectar a los artistas con los ingenieros=
span> y la industria,=
span> se la exposici&oacu=
te;n Some More Beginnings. Experiments in Pontus=
Otro
de los reconocidos pr=
oyectos llevados
a cabo por la organización fue el Pabellón Pepsi, produci=
do para la
Exposición Universal de Osaka en 1970. La construcción
contó con el diseño arquitectónico de John Pearce y comprendió un entorno inmersivo realizado por<=
span
style=3D'letter-spacing:-.45pt'> sesenta
y tres ingenieros, ci=
entíficos y artistas. Durante
los años siguientes, E.A.T. impuls&oa=
cute; diferentes actividades que<=
span
style=3D'letter-spacing:-.2pt'> también se sustentaron en colaboraciones entre artistas e ingenieros, a su vez que difundieron las
tecnologías telecomunicacionales, produj=
eron
material educativo para la televisión y se abocaron
a estudiar las posibilidades de facilitar el acceso tecnológico en otros países, entre ellos El Salvador (1972) y Guatemala (1973=
).
2.3.=
Centro de Arte y Comunicación: prácticas artísticas, tecnologías y entorno social.
Po= co tiempo después de que naciera E.A.T., en 1968, el curador, gestor cultural y empresario argentino Jorge Glusberg fundó el Centro de Estudios de Arte y Comunicación (C.E.A.C.) como una rama de la Fundación de Investigaci= ón Interdisciplinaria, creada en 1966 por un grupo de docentes de las facultad= es de Arquitectura y Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires7= span>. Hacia<= span lang=3DES style=3D'letter-spacing:.05pt'> mediados de 1969,<= span lang=3DES style=3D'letter-spacing:.05pt'> el C.E.A.C fue rebautizado = span>como el
6&nb=
sp; =
El jur=
ado estuvo
integrado por un grupo de ingenieros y científicos que no se encontraban necesariamente familiarizados =
con el terreno del arte contemporáneo. De las ciento cincuenta obras recibidas, tres fueron galardonadas: el primer premio fue obtenido
por Ralph Martel y Harris Hyman (in=
genieros) quienes
trabajaron junto a Jean Dupuy (artista) en la instalación sonora Heart Sculpture, de Frank Turner (ingeniero) y Wen-Ying Tsai
7&nb=
sp; =
El gru=
po fue conformado en el contexto
del gobierno de facto de Juan Carlos
Onganía y como respuesta a la suspensión de las actividades científicas y culturales que habían tenido lugar durante el período democrático precedente. Más aun, el 26 de julio de 1966 aconteció la llamada “Noche de los bastones
largos”, durante la cual la Dirección General
de Orden Urbano
de la policía =
desalojó de forma violenta
a docentes y estudiantes de diferentes facultades de la Universidad de Buenos Aires.
Centro de Arte <= span lang=3DES style=3D'letter-spacing:-.1pt'>y Comunicaci&oa= cute;n, más conocido como CAyC. En el texto <= span lang=3DES style=3D'letter-spacing:-.1pt'>publicado bajo el título “¿Qué es el CEAC?”,= la misi&oa= cute;n de la institución era expresada de la siguiente manera:
El Centro de Arte y Comunicaci&oacut=
e;n
de la Fundación Interdisciplinaria tiene como objetivo promover la
ejecución de proyectos y muestras
donde el arte, los medios
tecnológicos y en el que vivimos (CAyC, 1969b, s/p).
Entre sus metas principales, el <=
span
class=3DSpellE>CAyC destacaba el desarrollo de actividades, estudios=
e
investigaciones en los terrenos=
del
arte y la comunicación q=
ue
aspiraban a la “integración interdisciplinaria” como una
manera de expandir las “inquietudes humanas”. Consecuentemente, el
Centro estaba formado por artistas, críticos, psicólogos, sociólogos y matemátic=
os,
cuya labor conjunta permitiría desplegar metodologías de trab=
ajo
alternativas que quebraran las “formas tradicionales”, en aras de consolidar “nuevos sistemas de expresión” (CAyC,<=
span
style=3D'letter-spacing:-.25pt'> 1969b,
s/p). Este aspecto
colaborativo e interdisciplinario sentó las bases del programa del <=
span
class=3DSpellE>CAyC, inclusive más allá del ámbito puramente artís=
tico.
El foco estaba puesto en la investigación de nuevas situaciones de
comunicación habilitadas=
por
la experimentación con medios tecnológicos sin precedentes,
muchos de los cuales podían funcionar
como herramientas interesantes para la creación artística (Glusberg, 1969b, s/p).
Sus actividades dieron
inicio con la exposición Arte y Cibernética, primera
muestra de arte por computadora en la Argentina. Inaugurada en la galería Bonino en
agosto de 1969, la exposición reunió un conjunto de obras realizadas por computadora
–“la vedette científica del momento” (Glusberg, 1985, 96)–, resultantes de la colaboración entre un grupo de artistas convocados por el CAyC y un equipo de ingenieros
y analistas coordinados por Julio Guibourg=
, director
del Centro de Cálculos de la Escuela
ORT, junto a Ricardo Ferraro,
asesor técnico Por su parte, los artistas
invitados a experimentar con el software
de IBM fueron Antonio=
Berni,
Luis Fernando Benedit=
, Ernesto
Deira, Hugo Demarco,
Gregorio Dujovny, Eduardo
Mac Entyre, Mario Mariño, Isa&iac=
ute;as
Nougués, Luis Pazos, Rogelio Polesello, Josefina Robirosa,
Osvaldo Romberg, Norma Tamburin=
i y
Miguel Ángel Vidal.
<=
![endif]>Las obras se realizaron por computadora y, posteriormente, fueron
ploteadas mediante una máquina de dibujo
electromecánica que operó de forma online: el plotter estaba conectado a la computadora, de manera=
que realizó los dibujos como productos inmediatos de la elaboración del programa diseñado por los ingenieros (Ferraro, 1969, s/p). Así como N=
am
June Paik, a mediados de la década del
sesenta, había pronosticado que el tubo
de rayos catódicos reemplazaría a la pintura al óleo, =
Glusberg bregaba por una práctica artís=
tica
que, en lugar sustentarse en los
medios e instrumentos de las artes visuales tradicionales, pudiera valerse =
de
formas geométricas, ecua=
ciones
matemáticas, códigos de programación, luces, motores e información para cr=
ear un arte vivo, dinámico y comprom=
etido
con el contexto social (Glusberg, 1969b, s/p).<=
/span>
El valor concedido a la noción de información se ha= lla estrechamente conectado con la teoría cibernética, formulada por el matemático = y filósofo estadounidense Nor= bert Wiener en su libro Cibernética o el control y comunicación en animales y máquinas (1998), publicado por primera vez en 1948, como producto de sus investigaciones = desarrolladas en las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, en torno a la predicción automatizada d= e los bombardeos a través del uso del radar. A partir de la segunda mitad
de la década cincuenta, las conceptualizacione=
s de
Wiener comenzaron a ser difundidas en el campo artístico mediante
una serie de obras que exploraron los principios de la cibernética y las posibilidades del feedback =
entre la obra y el público8=
.
Glusberg identificaba a la cibernética como un momento revoluciona=
rio en
el proceso cognoscitivo de la <=
span
style=3D'letter-spacing:-.1pt'>humanidad
y destacaba las aplicaciones universales de este nuevo campo científico. Particularmente en el ámbito de las artes, la cibernética =
no
solo suponía la expansión de los códigos y lenguajes
conocidos, sino también un cambio radical
en los modelos y redes
comunicacionales. Si, hasta
el momento, la obra había sido pensada como un objeto fijo, cerrado
y permanente, la cibernética permitiría ampliar los flujos
de información y sustituir la idea de pieza terminada
por el interés e=
n los comportamientos y procesos implicados. Podría co=
ncluirse que “el arte actual es proceso, y tiene su fin abierto;
está en estado
de cambio continuo
y participa junto con el espectador de las
decisiones y acciones que le informan” (Glusberg=
,
1969b, s/p).
La intención de quebrar las formas tradicionales y favorecer el surgimiento de nuevos sistemas
de expresión, perseguida por el CAyC, se nutrió de distintas fuentes
teóricas. Adem&a=
acute;s de la teoría cibernética, <=
/span>Glusberg se vio convocado por la corriente
estructuralista del antropólogo belga Claude Levi-Strauss; la teoría=
de la información de Abraham Moles, autor de Information=
Theory
En=
1968,
el teórico estadounidense había difundido dicha noción=
en
su artículo “Estética de sistemas”, publicado en páginas identificaba a un conjunto de transformación. de sistemas,
llevada a cabo <=
span
lang=3DES style=3D'letter-spacing:-.2pt'>en el Museo =
Emilio Caraffa de Córdoba, en 1970. <=
span
lang=3DES style=3D'letter-spacing:-.2pt'>Las obras=
de la muestra reemplazar=
on a la figuración, la presentaci&oa=
cute;n como objetos terminados y el rol contemplativo del público por un arte como pura información que devino en diferentes clases de experiencias destinadas a un visitante activo.
Un año más tarde, Arte
de Sistemas I, presentada en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires,
afianzó esta categoría acuñada para designar a las “manifestaciones focalizadas en los procesos
y “no en los productos
terminados del buen arte” (Glusberg, 1985, 101). Estas exposiciones fueron
algunas de las iniciativas del CAyC que,=
como explica Marchesi
(2017, 144), dieron cuenta de la raíz levistrau=
ssiana;
en todas ellas la dimensión procesual fue orientada hacia la decodificación de las
estructuras subyacentes en la cultura, al punto de que las propuestas del a=
rte
de sistemas en su conjunto pued=
en ser
consideradas metáforas visuales de la matriz teórica del
estructuralismo.
8&nb=
sp; =
Una de las obras que tempranam=
ente
adoptaron la noción de cibernética de Norbert Wiener fue CYSP, de Nicolas Schöffer. siglas aluden a los t&eac=
ute;rminos “cibernética̶=
1; y “espacio-dinámico”=
. Fue creada en 1956 como un cerebro electrónico, provisto de sensores, controles y motor=
es que permitían la interacción por CYSP integrada
Re=
tomando el caso de Arte y Cibernética, cabe mencionar que Reichardt9 <=
span
lang=3DES>en el Instituto de Arte Contemporáneo de Londres. Las obras de CTG habían sido producidas
en el Centro de Datos Científicos de IBM en Tokio. Glusberg había
Luego
de la inauguración porteña, la exposición comenzó a itinerar por diferentes zonas del país. El circuito nacional
incluyó, entre otras
locaciones, el Museo
Emilio Caraffa de Córdoba, el Museo Provincial de Bellas Artes de Santa
Fe, el Centro de Ingenieros, Arquitectos y<=
span
style=3D'letter-spacing:-.35pt'> Agrimensores de Olavarr&iac=
ute;a, en la Provincia de Buenos Aires,
y el Museo Municipal
de Bellas Artes Juan B. Castagnino en Rosario. Poco tiempo después, desde la primera parte de 1970, Arte y Cibernética empezó su recorrido por el extranjero. Las relaciones con otros países buscaban posicionar al Centro como una institución de referencia en el panorama internacional. Estas tentativas de ubicar al CAyC como un actor relevante
en la escena del arte contemporáneo asociado
a las tecnologías fue plasmado
en la decisión =
de incluir
en el catálogo de la exposición un texto, enteramente dedicado al
<= ![endif]>El texto reunía algunos de los sucesos principales acontec= idos en los años precedentes, como el trabajo de Wiener de fines de la década del cuarenta, la exposición Cybernetic Serendipity (1968), “elocuente demostración de los procesos creativos realizados= con el auxilio de las máquinas” (Berlin & Glusberg, 1969), la muestra Mind Extenders (1969) desarrollada en el Museum = of Contemporary Crafts= of the American Craftsmen`s Council, en
9&nb=
sp; =
El catálogo de Arte y Cibernética incluye en sus páginas un texto =
de
la curadora británica (“Las computadoras y el arte”), quien además fue una de las invitadas
internacionales del CAyC, en 1970. La
exposición inglesa es también consignada en otro de
10&n=
bsp;
Running Cola is Africa (CTG),
Moire pattern (M.S. Mason), Articulated figure developm=
ent (Boeing
Computer Graphic), The snail
(Kerry Strand), Random war (Charles Csuri y James Shaffer), 3- dimensional =
bug
pattern (D.K. Robbins). Por otro lado, la propuesta curatorial de la muestra
profundizó la investigación en torno a los cruces interdisciplinarios entre el arte y la ciencia mediante otras dos iniciativas: un
seminario sobre la relación entre el arte y la computación
–“Seminario de Información y Acercamiento”– y una ambientación de música electrónica que acompa&nti=
lde;aba el recorrido de la exposición, integrada por<=
span
style=3D'letter-spacing:-.25pt'> obras de Francisco Kröpfl, Carlos Rausch, =
Dante Grela,
Jorge Rotter y Eduardo Tejeda,
y supervisada por el primero
de ellos, quien
se desempeñaba co=
mo
director del Laboratorio de Música Electrónica del Centro
Latinoamericano de Altos Estudios Musicales
Nueva York, consagrada a las nuevas herramientas
tecnológicas aplicadas al campo del diseño; y Some More Beginnings (1968) llevada a ca=
bo en
el Brooklyn Museum. Concretamente la influencia
producida por E.A.T. sobre la plataforma
del CA=
yC amerita un desarrollo más extenso en futuros trabajos. Vale explicitar aquí que, además de la
mención de Some=
More Beginnings en
el catálogo de A=
rte y Cibernética y,
como comentaremos a continuación, de la referencia a 9=
Evenings en el catálogo publicado con motivo de un evento
también organiza=
do por el CAyC
Ha=
cia el final del texto, =
Berlin=
y Glusberg buscaban posicionar a Arte y Cibernética como el siguiente evento de referencia=
para el terreno
del arte cibernético. El escrito concluye
con esa expresión de deseo. Así, la exposición implementaba
una estrategia de validación de las prácticas lo=
cales
en relación con el campo internacional (Marchesi, 2017),
mientras demostraba la agosto
de 1969, el CAyC inf=
ormaba que los artistas
estarían firmand=
o sus trabajos y que los mismos podrían ser adquiridos=
. En el mismo
texto, el Centro
manifestaba la intención de perpetuar la labor de Ediciones MAT
Multiplicación de Arte <=
/span>Transformable (Nueva York), Alecto
(Londres), Denise Ren&ea=
cute; y Claude Givaudan (París) para diseminar=
entre
un público amplio
las creaciones de artistas ubicados
en el “primer plano de la plástica nacional” (<=
span
class=3DSpellE>CAyC, 1969a, s/p).
Fi=
nalmente,
las relaciones con el contexto internacional cultivadas por el CAyC tomaron forma en numerosas iniciativas a través de las cuales la institución argentina
entabló vínculos con artistas y curadores extranjeros. Además de los ya mencionados Abraham MolesReichardt, otro de los invitados
internacionales del CAyC fue Frank Malina, ingeniero, artista y fundador de la reconocida revista Leonardo, especializada en las convergencias del arte, la ciencia y la tecnología, quien viajó a Buenos Aires en octubre de 1969 para brindar la charla “Reflexiones sobre la diferencia del Arte y la Ciencia”. En la gacetilla de prensa de la actividad, nuevamente se aludía a las colaboraciones efectivas entre artistas e ingeniero=
s, no
como simple transferencia de desarrollos científicos realizadas por =
los segundos, sino en la creación conjunta de nuevos lenguajes de expresión (CAyC, 1969e, s/p). Más
adelante revisaré hasta
qué punto aquella transferencia de conocimientos y
herramientas fue exitosamente acometida. Por lo pronto, las relaciones entabladas con el contexto
internacional comprendi=
eron, también, la exposici&oa=
cute;n Art as Idea from England, realizada por Charles Harrison, y la curaduría de uno de los Number=
Shows de Lucy Lippard, donde al igual que en otras ciudades
como Seattle, Vancouver y Valencia (California), Lippard fue invitada a presentar obras
de
11 &nb=
sp;
Estos materiales forman parte de Experiments in<=
span
style=3D'letter-spacing:-.35pt'> Art and Technology Records. GRI, caja 30 / carpeta 3.
12&n=
bsp;  =
;
En uno=
de ellos, titulado
“Integrar el arte con la tecnología”, las palabras de Glusberg constatan esta relación directa:
“Se está Nueva
Haven o Mineápolis, Buenos Aires quiere
ponerse en horario
internacional, e intentar
–por primera vez en la década
del 60– expresarse con el lenguaje de la
vanguardia” (Glusberg, 1968, 34).<=
o:p>
artistas conceptuales internacionales en una exposición titulada 2.972.453.
Otras muestras albergadas =
span>por el
2.4.
En la=
jungla de=
plotters:
¿colaboración <=
/span>disciplinaria o
aprendizaje vertical?<=
/span>
La=
vocación interdisciplinaria del
CAyC
comprometía,=
span> además, una dimensi&oacu=
te;n educativa. =
span>Según la perspectiva <=
/span>del CAyC, obras extranjeras como las del g=
rupo
japonés CTG permitirían a los artistas locales aprender de la
experiencia (CAyC,=
1969d,
s/p). Sin embargo, la función del Centro no se limitaba a mostrar los
logros del exterior, sino a adquirir conocimientos a partir
de estas iniciativas para luego intentar
desarrollar propuestas<=
span
style=3D'letter-spacing:-.25pt'> propias
y singulares desde la coyuntura argentina. En<=
span
style=3D'letter-spacing:-.25pt'> efecto,
en el catálogo el CAyC con respecto al rol desempeñado por los artistas
en la colaboración, =
e incluso
algunas contradicciones=
en cuanto a la misión interdisciplinaria
perseguida por la plataforma del CAyC.=
p>
Es evidente que la relación entre artistas e ingenieros no fue pareja en lo concerniente a los conocimientos científico-tecno=
lógicos, considerando que los primeros procedían del ámbito de las artes visuales y no se encontraban familiarizados con la especificidad de las tecnologías empleadas. No obstante, el texto enfatiza el hecho de que los artistas
fueron guiados por los ingenieros y analistas en un terreno desconocido, aunqu=
e no
se subraya el proceso de aprendizaje inverso, es decir, las herramien=
tas
adquiridas por los ingenieros en el transcurso del trabajo conjunto.=
Más aun, hacia el final del escrito, los artistas participantes son designados como los primeros seis “discípulos” del proyecto, término que por lo pronto anula la impronta colaborativa y reemplaza la horizontalidad del intercambio por un esquema de aprendizaje vertic=
al
tradicional.
<= ![endif]>Tal vez Argentina Inter-medios haya alcanza= do más satisfactoriamente la integración disciplinaria promovida= por el CAyC des= de el punto de vista de las metodologías de trabajo implicadas. El evento tuvo lugar durante dos días de octubre de 1969 en el Teatro Opera, en Buenos Aires, en el marco del X Congreso Mundial de Arquitectura, y presentó diversas performances que investigaban las intersecciones e= ntre las artes plásticas, el teatro, la danza, la poesía, el cine experimental, la música electrónica y diferentes medios tecnológicos. La propuesta consistía en un “environment total”, donde la confluencia de diferentes estímulos pusiese “los medios al servicio de la percepción audiovisual” (Glusberg, 1969a, s/p). “Acontecimientos”, “experiencias” y “sucesos incipientes” son algunos de los términos acuñados en el catálogo para designar a las piezas presentadas y socavar explícitamente la noción de obra acabada. Tanto la transitoriedad como el carácter efímero de las performances se identificaban como marcas de la cultura del consumo fugaz, y c= omo cualidades inherentes al arte contemporáneo.
Nuevamente aquí= ;, al igual que en Arte y Cibernética, Glusberg= identificaba a la integración disciplinaria co= mo una vía para ampliar las inquietudes humanas. Sin embargo, mientras que en la muestra precedente la posibilidad de instaurar nuevos paradigmas comunicacion= ales se encontraba específicamente asociada con la irrupción de la cibernética, en Argentina Inter-m= edios preponderó la astucia de <= /span>yuxtaponer medios diversos con las nuevas
tecnologías en pos=
de la
invención de códigos inéditos, instaurados como tales =
en
conexión con un sistema de códigos precedentes,
De manera análoga al catálo=
go de Arte y Cibernética, donde se incluía la fotograf&iacu=
te;a de la máquina de dibujo automática
utilizada para realizar las obras, todo un ícono de la anhelada
colaboración entre artistas e ingenieros, en la publicación de Argentina
Inter-medi=
os aparece la imagen de la consola electrónica empleada por el equipo de compositores especialmente co=
nformado para la ocasión, así como<=
span
style=3D'letter-spacing:-.3pt'> el diagrama del sistema de producción de la música ejecutada. El como Grupo de Experimentación Musical
con Medios Electrónicos y, bajo la coordinación de Francisco Kröpfl
Mientras que esta performance estaba dedicad=
a a la exploración de las materialidades sonoras, otras=
piezas
incorporaron materialidades físicas –el cuerpo, la voz–, o bien objetuales. El hombre come, de Equipo Frontera, por ejemplo, ofreció
una experiencia integrada por poesía (Carlos Espartaco), esculturas
(Inés Gross y Mercedes Esteves), cine y
teatro (Adolfo Bronowsky). Este
aspecto intermedial, eje articulador del evento, se hizo
expresamente ostensible en otras obras, como Signo-señales-ruidos a través de una mujer actual, en
pesadillas, realidad y persecución, donde Antonio
Berni exhibió un cuadro de Ramona representado por Graciela y Eduardo Davrient,<=
span
style=3D'letter-spacing:-.35pt'> obra cinética realizada por Gregorio Dujovny y música compuesta por Haydée Gerardi. Cabe también destacar el carácter experimental de Adán y Eva, obra de Osvaldo
Romberg con la actuación de Irma Ferrazzi y Ricard=
o Dayer, un “acontecimiento” integrado por
inflables de polietileno transparente destruidos a partir del nacimiento de la pareja protagonista del Génesis, quienes
terminaban degollando
Las similitudes entre la propuesta de Argentina
Inter-medios
y el programa
de 9 =
Evenings no
son meramente conjeturales, sino que fueron
señaladas de forma
explícita por
Las aplicaciones de teoría=
s como
la cibernética, formuladas durante la posguerra, trascendieron el
ámbito militar y demostraron la importancia de incentivar perspectivas complejas para la resolución de problemas en distintos campos de la cultura. Y=
a en
la década del sesenta, la interdisciplinariedad había sido
instalada en diversos ámbitos de las esferas política, social y
cultural estadounidense. De acuerdo con algunos enfoques como el de Bishop y
Beck (2020, 3), tanto las confluencias del arte, la ciencia y la
tecnología en tiempos de la Guerra Fría como los beneficios resultantes de la labor colaborativa eran atractivos<=
span
style=3D'letter-spacing:-.2pt'> en la medida en que reproducían el
espíritu = del buen funcionamiento del sistema democrático. Sin dejar de reconocer las capacidades individuales, la idea de que un solo experto sería capaz de resolver los desafíos acarreados por las complejidades de la nueva sociedad moderna quedaba obsoleta.
Pero
mientras que la ciencia y la tecnología sin dudas constituían componentes clav=
e a la hora de sentar las bases de la democracia, eran los científicos e ingenieros quienes paradójicamente tenían el poder de desarrollar las armas
más destructivas. En este contexto, las convergencias del arte y la
ciencia permitirían tender puentes entre las “dos culturas” (Snow, 1959,universidades y museos.
Las imbricaciones de estos diferentes actores, así como la pluralida=
d de
estrategias creativas im=
plementadas
por ellos, resultaron en nuevas “comunidades tecnológicas̶=
1; (McCray, 2020, 5).
La interdisciplinariedad promovida
por E.A.T. es inseparable de aquella coyuntura. El surgimiento del CAyC, sin=
embargo,
se encuentra enmarcado en circunstanc=
ias diferentes. Si bien el escenario local
no era ajeno a los sucesos
internacionales contemporáneos, como los efectos de la Revoluci&oacu=
te;n
Cubana, la Guerra de Vietnam y =
el
Mayo Francés, sus orígenes están ligados a la dictadura
cívico-militar de Juan Carlos Onganía (1966-1970), una de los tantos gobiernos de facto=
que
signaron la historia argentina y latinoamericana del siglo XX. Ante el
desmantelamiento de la cultura y la educación, los hechos represivos que caracterizaron a la dictadura de Onganía y la interrupción de las estrategias implementadas =
por el proyecto desarrollista de los años previos concen=
trado en impulsar las actividades científicas y educativas del país, el CAyC se propuso
restituir un ámbito propicio para
El encuentro de disciplinas diversas resultaba de vital importanc=
ia
para lograr el objetivo central, a saber, terminar
con la segregación de los distintos campos de la cultura, percibido por Glusberg como un rasgo frecuente en la
época. Al manifestar la certeza de que un conocimiento sectorizado e=
ra
insuficiente para asumir los desafíos de los tiempos que tocaban vivir, el CAyC tomaba distancia
con respecto al programa del Instituto Di Tella, fundado a fines de la década del cincuenta y consagrado como el centro neurálgico para el desarrollo del arte de vanguardia en Buenos Aires durante los sesentas. Según Glusberg, el arte en el Di Tella no registraba puntos
de contacto con otros campos
del conocimiento, un aspecto altamente valorado por interdisciplina fue concebida<=
span
style=3D'letter-spacing:-.25pt'> como una de las secciones
de una plataforma m&aa=
cute;s extensa,
esto es, un plan de integración cultural
construido con el aporte de diferentes saberes, técnic=
as y
metodologías. Dicho programa constaba de tres dimensiones: la
integración disciplinari=
a, la
integración de la teoría y la práctica artístic=
as,
y un tercer ítem consignado como integración espacial (CAyC<=
/span>,
1977, 61).
La=
convergencia <=
/span>disciplinaria abriría paso a un conocimiento <=
/span>global, lo cual no traerí=
a aparejada una dispersi&oacu=
te;n temática debido a que conceptuales <=
/span>específicos: arte, comunicación y arquitectura. Por su parte, a co=
mienzos
de 1973, fue creada la Escuela de Altos Estudios del C=
AyC, donde la transmisión de conocimiento unilateral procuraba ser
sustituida por el intercambio de ideas asociadas a distintos campos com=
o la
filosofía, la epistemología, la crítica de arte, la
psicología, la semiótica y
la lingüística. Asi=
mismo,
en cierto sentido similar a la estructura colaborativa fomentada por E.A.T
–aunque en una escala
Por otro lado, la integración de la teoría y la práctica perseguida por el CAyC prom=
ovía la reflexión científica siempre y cuando
estuviera conectada con las necesidades sociales; invers=
amente, incentivaba la “formac=
ión de hombres
de acción” (CAyC, 1977, s/p) con a=
cceso
al conocimiento y a las metodologías necesarias para actuar eficazmente en el seno de distintas prácticas, sobre todo la artística. Así, el=
CAyC
Si bien la industria eventualment=
e fue
involucrada en las actividades del CAyC a los f=
ines
de concretar las alianzas
entre diferentes campos disciplinarios prácticos y teóricos13<=
/span>, aquél=
la no
En=
una
conferencia impartida por Billy Klüver en =
el
MIT, en marzo de 1967, titulada “Interface: Arti=
st/Engineer”, el ingeniero señalaba los beneficios mutuos de la labor colaborativa entre <=
span
lang=3DES style=3D'letter-spacing:-.1pt'>artistas e ingenieros, =
span>así como los
13&n=
bsp;  =
;
Por ejemplo, en una de las páginas del
catálogo de Argentina Inter-medios se ag=
radece
la colaboración de las empresas=
que habían cedido equipos para que el evento pudiera
ser concretado, entre ellas Holimar<=
span
style=3D'letter-spacing:-.4pt'> S.R.L.,
FADMA S.A.C.I - 3M Argentina
y Frigoríficos Argentinos S.A.I.C.
14 =
Ya hacia comienzos =
de
1967, Xerox, IBM, <=
/span>y
Atlantic Richfield, entre =
otras,
habían respondido favorablemente al contacto<=
/span>
de
E.A.T =
span>(E.A.T, 1969).
y vicever= sa), concebidas como nuevas posibilidades de interacci&oac= ute;n humana. “El acceso a la computadora surgió ha= ce tan solo dos años. Hoy en día la mitad de los inputs y outputs son visuales. Si el artista hubiera estado allí, ¿el acce= so visual a las computadoras h= abría surgido antes?” (Klüver, = span>1967b, 8). Klüver expresó su convicción acerca del potencial de los artistas a la hora de promover la imaginación,<= span style=3D'letter-spacing:-.15pt'> la fantasía, e incluso cierta “locura” en= el uso de la ingeniería y el desarrollo tecnológico (Klüver, 1967a, 1). Ambas partes, en consecuencia, se verían obligadas a salir de sus respectivos territorios conocidos para adquirir saberes, códigos y metodologías que hasta el momento resultaban mutuamente ajenos. En este aspecto Klüver y Glus= berg parecieran coincidir.
Por
otro lado, el interés por el carácter colaborativo e=
interdisciplinario en el CAyC
Las convergencias disciplinarias e=
ntre el
arte, la ciencia y la tecnología en el CAyC participaron de un proyecto institucional que, si bien priorizó el campo artístico como así <=
span
style=3D'letter-spacing:-.3pt'>lo demuestran Arte y Cibernética y Argentina
Inter-medi=
os, no se redujo a él. La interdisciplina=
riedad
suscitada por la institución involucró a otras ciencias
–exactas, humanas =
y sociales– en aras de la creación de nuevos paradigmas de comunicaci&o=
acute;n estimulados por el estructuralismo, la ciberné=
;tica, la teoría de la información y la estética de sistemas. Particularmente, Glusberg adoptó =
la noción de sistemas para posicionar el desarrollo del a=
rte
latinoamericano en el contexto mundial. Esta operación implicó=
; un pivote constante entre la articulación de un programa nacional y regional, y la inserción en el circuito internacional, lo cual fue concretado tanto
a través de exposiciones y conferencias de curadores, artistas
y teóricos extranjeros en la Argentina, como de muestras organizadas por el CAyC en el exterior.
En cuanto a la interdisciplinariedad consumada en el ámbit=
o del
arte cibernético, unos años después de la creación
del CAyC, Glusberg =
Glusberg =
volvía a reflexionar sobre las
posibilidades reales ofrecidas por las prácticas artísticas computacionales en una coyuntura como la latinoamericana. Aunque luego de la primera versión de Arte y Cibernética, en 1969, la exposición había
circulado por el país =
span>y el mundo, el director del CAyC
notaba que las obras seg=
uían
presentando “las características intelectuales, elitistas y
formales de los primeros trabajos realizados” (G=
lusberg,
1973, s/p). Esta idea no dejaba dicho que las tecnologías resultaban
demasiado sofisticadas o costosas para
el contexto local, sino que la computadora como medio de producción =
no
permitía expresar el contenido =
ideológico, manifestar las problem&aa=
cute;ticas propias
del contexto y, en consecuencia, propiciar proc=
esos de cambio. A través de estas reflexiones, por lo tanto,
el curador revisaba
aquel primer espíritu optimista con respecto
a la
labor interdisciplinaria de colaboración entre artistas y técnicos, expresada en el texto introductorio de Arte y Cibernética en la galería Bonino.
Cuatro
años despué=
;s, Glusberg estaba considerando los factores que limitaban el pleno desarrollo de un arte nuevo y simultáneamente comprometido con el entorno social. Si el arte latinoamericano debía reflejar los profundos desequilibrios económicos y sociales
de la región, a=
fin de cuentas
la colaboración entre el arte y la ingeniería no bastaba por la razón de que la computadora no resolvía la “inserción del artista en su sociedad” (Glusberg,=
1973, s/p).
En=
el sentidos. Por un una estructura de cooperación entre artistas, ingenieros, científicos y la industria que fue replicada en otras latitudes, un aspecto que no
encontramos en la agenda del centro argentino. Desde 1967, E.A.T.
expandió sus redes hacia otras ciudades tanto en
Estados Unidos como el extranjero. Hacia fines de ese año, los grupos
locales se establecieron en dieciséis lugares más allá de Nueva York. En marzo de 1968 ya se habían conformado tre=
inta y cinco filiales
locales, representadas<=
span
style=3D'letter-spacing:2.0pt'> por Argentina, Brasil,
Canadá, Francia,<=
span
style=3D'letter-spacing:-.2pt'> Holanda,
India, Inglaterra, Italia,
Suecia y Suiza, entre otros (E.A.T., 1969, 15). Hemos previamente comentado que el CAyC manifestó=
su intención de convertirse en una filial sudamericana. En futuros trabajos ahondaré =
en las
relaciones entre E.A.T. y los =
grupos
locales surgidos a lo largo del tiempo.
Po=
r otro <=
span
lang=3DES style=3D'letter-spacing:-.1pt'>lado, E.A.T no la comunidad,=
span> como tampoco dio lugar a disquisiciones=
en
torno a la coyuntura política y econó=
;mica
que en gran medida configuraron
tanto el programa del=
CAyC, como el de otros proyectos latinoamericanos de =
la
época. Más aun, en contraste con el caso argentino, E=
.A.T. no
tuvo la intención de convertirse en una institución –de
hecho, se autodefinió como ser imprescindible para promover las relaciones =
entre
arte, ciencia y tecnología. Desde el comienzo, =
Klüver
y el resto de los integrantes de E.A.T. supieron que, en cuanto cumplieran con éxito sus objetivos, la organización naturalmente desaparecería (Klüver en Hertz, 1995, s/p). Llegado ese día, sería perfectamente normal para un artista ponerse en contacto con ingenieros y, por qu&ea=
cute;
no, a los ingenieros con artistas.
Hoy, el camino allanado por Klüver, Glusberg= y tantos otros impulsores de las convergencias entre prá= cticas artísticas y tecnologías es perpetuado a través de diversos programas implementados por universidades, residencias, laboratorios, plataformas de investigación y tantas o= tras iniciativas públicas y privadas alrededor del mundo.
15&n=
bsp;  =
;
Complementariamente,
existen otras causas
que podrían explicar
la dilución de iniciativas como la de E.A.T. Charlie
Gere (2002) y Anne Collins Goodyear (2008) coinci=
den en
que durante las décadas del setenta y ochenta, las obras
tecnológicas recibieron =
poca atención por parte de galerías y museos (con excepción del video). Collins
Goodyear (2008, 169) contrasta este fenómeno tecnofób=
ico con la tecnofilia característica =
de la década del sesenta. Según su perspectiva,=
a principios de los años setenta, en el contexto de la Guerra de Vietnam,
artistas, crítico=
s y otros agentes
de la escena se mostraron
reacios a incorporar tecnologías desarrolladas por las mismas
industrias que estaban
participando de la empresa bélica. Así, el=
optimismo tecnológico =
span>gestado con el lanzamiento de Sputnik fue sucedido por el decrecimiento de las colaboraciones artísticas patrocinadas por la industria.
Numerosos artistas saben que los ingenieros est&aacut= e;n allí, disponibles para trabajar conjuntamente en proyectos colaborativos, así como<= span style=3D'letter-spacing:-.45pt'> son muchos los ingenieros que conocen las posibilidades de exploración proporcionadas por el ámbito artístico. Sin embargo, aú= ;n hoy, la labor interdisciplinaria precisa de ciertos marcos –culturale= s, logísticos, financieros– = span>para lograr intercambios que fructifiquen y puedan, tal como defendieron los pioneros,<= span style=3D'letter-spacing:2.0pt'> enriquecer simultáneamente al= campo de las artes y de las ciencias.
Bardiot, <=
/span>C. =
span>(2006).
The Dia=
grams of<=
/span> 9 Evenings. =
span>En =
span>9=
span> <=
/span>Eve=
nings <=
/span>Rec=
onsidered. <=
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Jazmín Adler es doctora en Teoría <=
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lang=3DES style=3D'font-size:8.5pt;mso-bidi-font-size:11.0pt;line-height:11=
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letter-spacing:-.1pt'>de las Artes (UNTREF), becaria postdoctoral de CONICET y =
span>directora del Programa de Posgrado Tecnologías en el Arte
Contemporáneo (FFyL, UBA). Es docente en
FADU-UBA, UNTREF y UNSA=
M. Es autora de =
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i>artificiales (2021) y En busca del eslabón perdido: arte y tecnología en Argentina (2020). También e=
s compiladora de Desmantelando la máquina: transgresiones desde el arte y la tecnología en Latinoamérica (2021). Asimismo, es integrante del “Colectivo
Ludión. Exploratorio latinoamericano de poéticas/polít=
icas
tecnológicas” (FCS, UBA).